La decisión de enviar a un hijo a realizar un Año Académico en el extranjero lleva aparejada infinidad de emociones encontradas. Sabemos que es el mejor regalo que podemos hacerle, pero a la vez las incertidumbres pueden hacernos dudar. La psicóloga Ana Sauz reflexiona acerca de lo que significa dar este paso y ofrece una serie de pautas para afrontar con éxito esta aventura.

Antes de tomar la decisión

¿Por qué recomendarías a un adolescente realizar un Programa de Año Académico en el extranjero?

Porque es interesante desde bien pronto aprender a disfrutar y a atreverse con las oportunidades que nos brinda la vida. A veces podemos sentir mucho miedo porque es algo nuevo, diferente, y no siempre elegido o sugerido por vosotros, los adolescentes. Pero si vuestros padres, desde sus miedos y su experiencia, hacen el esfuerzo de separarse de vosotros y se informan sobre la forma en la que mejor os podéis encontrar, podéis intentar aprender a confiar. Sobre todo, porque habrá muchas personas pendientes de que todo vaya y salga bien. Es una experiencia, y todas las experiencias NOS TRANSFORMAN.

Poder conocerte fuera de tu zona de seguridad, de tu entorno y tus lugares más frecuentados; conocer tus límites, verte rodeado de personas que no reconoces pero pronto parecerán ser de toda la vida, ayuda a crecer emocionalmente, y llenarte de recursos de todo tipo. A veces, las cosas que más miedo nos dan, son las que tienen más capacidad de hacernos progresar. Y porque volveréis a encontrar las cosas y a las personas en su mismo sitio a vuestra vuelta (si es que ahí tenían que estar).

Hoy en día, en una sociedad de conocimiento como la nuestra, en la que todos tenemos similares oportunidades de acceso a fuentes de información, lo que nos diferencia de las demás personas son las vivencias, la forma que tenemos de afrontar y enfrentarnos a las circunstancias. No es aprender un idioma lo único importante de esta experiencia, es aprender también una forma de estar en la vida. Facilitar nuestro futuro y hacer que el camino sea más ligero, más divertido.

¿Qué cosas positivas puede aportarle a un adolescente una estancia de este tipo?

Una experiencia de este tipo nos hace evolucionar y progresar siempre. Alejarnos de nuestra familia y de nuestros amigos, aprender a adaptarnos a un entorno nuevo y a sus nuevas costumbres, es algo que nos “despierta”. Cambiamos nuestro modo automático del día a día, para volver a utilizar poco a poco más nuestra intuición. Aprender a familiarizarnos con otros códigos de comunicación, desarrollar la capacidad de pedir y de recibir ayuda, aprender a demorar y a manejarnos con nuestra impulsividad, conocer otras maneras de convivir y de estar, etc. Estas son algunas de las cosas en las que podemos sentirnos más cambiados a nuestra vuelta. Todos estos aspectos, facilitarán nuestras transiciones y cambios a lo largo de nuestra vida.

¿En qué aspectos concretos puede contribuir un Año Académico a la capacidad y posibilidades de aprendizaje del adolescente y a su desarrollo general como persona?

Cuando automatizamos un aprendizaje, en este caso el de un idioma, nuestro cerebro comienza a integrar más fácilmente la información que captamos y recibimos, pudiendo desarrollarnos más y mejor en el ámbito intelectual. Facilitará nuestro día a día, y eso nos ayudará a sentirnos más seguros con las personas y en los diferentes entornos, tanto personales como profesionales.

¿Qué diferencias has visto a lo largo de tu carrera entre adolescentes que han tenido experiencias similares al Año Académico y otros que no han tenido esa oportunidad?

La diferencia que yo he podido observar es que los jóvenes que han disfrutado de experiencias de este tipo acaban siendo personas más abiertas, vitales, despiertas, flexibles, tolerantes… acaban aprendiendo a adaptarse a las circunstancias de una forma más rápida porque lo tienen más entrenado. Tienen muchos recursos personales para, creativamente, inventar diferentes caminos de futuro. Creen más en sí mismos, se sienten más seguros ante los cambios y nuevas situaciones, y sobre todo… desarrollan una alegría vital, una madurez, una curiosidad, y una ambición mayor que la de otros adolescentes de su edad.

¿Qué les dirías a aquellos padres que estén valorando la posibilidad de enviar a sus hijos a un programa como este?

Además de nuestra presencia, son las experiencias y vivencias lo que más puede llenar la vida de nuestros hijos. Separarnos de ellos puede ser muy difícil. Comprobar cómo pasa el tiempo, cómo cambian las necesidades, y asustarnos al sentir que cada vez nos necesitan menos, es común y natural sentirlo. Podemos percibir cierta culpa por pensar que no seremos nosotros los que les cuidaremos, cierto miedo a que les suceda algo en nuestra ausencia y no sepan y puedan cuidarse. Pero lo cierto es que son mucho mayores los beneficios que las pérdidas. El desequilibrio que se producirá ante la salida de nuestro adolescente del hogar, producirá crecimiento tanto en el que se va, como en los que se quedan. Facilitar su futuro, de alguna forma, ayuda a allanar su camino, nuestro camino. Y porque muchas veces, verles felices será el mayor regalo que nos podremos hacer a nosotros mismos.

Antes de la partida

¿Cualquier estudiante puede estudiar fuera de casa un trimestre o un año académico?

Emocionalmente no sabemos cómo va a ser nuestra reacción hasta que no nos encontramos en las nuevas circunstancias. Será importante informar de las dificultades que conocemos que podemos tener antes de la partida, para facilitar el trabajo de todas las personas que colaborarán en facilitar nuestra experiencia. Pero con un apoyo adecuado y con el acompañamiento necesario, todos podemos estar preparados para disfrutar de esta gran experiencia.

Psicológicamente, ¿qué madurez o qué tipo de personalidad consideras necesaria en un adolescente para enfrentarse a una estancia de este tipo?

Su madurez muchas veces no la vamos a conocer, hasta que no se encuentren en el nuevo entorno. Como padres, conocemos a nuestros hijos, y sabemos cuándo se pueden ver superados por las situaciones, y cuál es su forma de enfrentarse a las dificultades y posibles amenazas en el día a día. Aunque hay muchas personas presentes y pendientes de que todo vaya bien durante su Año Académico, trataremos de no exponerles antes de que ellos se puedan sentir preparados, mínimamente motivados, y con deseo de disfrutar de la experiencia.

¿Están preparados los padres para afrontar la salida de casa de su hijo? En caso contrario, ¿cómo les recomiendas prepararse? ¿Qué herramientas les resultarían útiles?

Estamos menos preparados de lo que creemos. Emocionalmente, la separación puede despertar ciertos miedos de los que no éramos conscientes. A veces resulta más difícil para los padres que para los propios adolescentes. Es recomendable hablarlo mucho, decirlo en voz alta con personas de confianza con las que nos sintamos acogidos. Preguntar todas las dudas que nos puedan surgir hasta que nos sintamos seguros, para poder transmitir esa seguridad a nuestros hijos. Y sobre todo, aceptar cada sentimiento sin juzgarlo ni negarlo.

Durante la estancia

¿Qué herramientas necesita un adolescente una vez que está fuera del seno familiar para salir adelante y tener éxito en su curso y en la aventura que va a comenzar?

El adolescente necesita desarrollar mucho la capacidad de observación y de escucha. Tanto hacia fuera de sí mismo, como hacia dentro. Escuchar qué necesita, que está pasando. Para poder responder lo mejor que pueda ante los cambios y las nuevas situaciones.

¿Cómo se vive en el seno familiar que el adolescente conviva con otra familia?

Es posible que se despierten ciertas inseguridades, que tendamos a compararnos y observar al dedillo el comportamiento de nuestros hijos, buscando el mínimo elemento de disconformidad que puedan tener. Seremos conscientes de que esto puede suceder, y trataremos de verbalizarlo y compartirlo con personas de nuestra confianza antes de tomar ninguna decisión. Será importante desarrollar aún más la capacidad de escucha y confianza en los profesionales, y dejarnos guiar por su experiencia. Seguro que han acompañado a muchas personas que hayan tenido sentimientos similares a los vuestros en cada momento.

¿Cómo recomendarías a ambas partes que se tomen este tiempo?

Es normal que surja un carrusel de emociones ante la separación. Será importante desarrollar más aún la empatía, la capacidad de escucha y comprensión, y reducir aquellos comportamientos impulsivos que puedan provocarnos unas emociones fuera de control.

El regreso

¿Qué les dirías a los padres que deben enfrentarse a la vuelta a casa?

El regreso puede ser complejo para todas las partes. Emocionalmente todos tenéis que adaptaros a la nueva situación, y lo normal es que haya una gran ambivalencia en los sentimientos de los jóvenes que regresan. Por un lado, la alegría de volver a casa. Pero por otro, la tristeza por haber abandonado su vida de allí y las normas de ese momento. Igual que fue un proceso adaptarse al funcionamiento de su país de destino, lo será regresar a casa.

¿Qué debe hacer una familia para volver a la normalidad?

Con tomarse un tiempo de adaptación, ya es suficiente. A veces recordarnos la temporalidad de las cosas nos ayuda a enfrentarlas de una manera diferente. La buena noticia es que el periodo de adaptación es algo limitado en el tiempo.

¿Qué les recomendarías a los adolescentes que vuelven?

Lo primero que deben hacer es escucharse, y aceptar que tener sentimientos encontrados es natural y forma parte del proceso de adaptación. Animarles a que lo hablen con amigos, con sus padres, con personas cercanas. E incluso que compartan la situación con compañeros que hayan realizado estancias similares..

¿Es recomendable volver a la normalidad lo antes posible o sería mejor tomarse un tiempo?

Lo mejor es ir poco a poco haciendo lo que vayan necesitando. Tratando de comprender aquello que les está sucediendo. Dejándose acompañar, y preguntando todo aquello que necesiten.

¿Les espera el mismo escenario de antes de la partida o deben readaptarse a la nueva situación?

Todos somos diferentes después de una experiencia de este tipo. Comprenderlo, antes de la partida, facilitará el regreso. Hay que darse un tiempo prudencial para volver a las rutinas, pero en nada todo marchará sobre ruedas otra vez.

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